Este próximo fin de semana se nos viene puente, y no cualquier
puente, sino mi puente favorito: el de Día de muertos y Todos los santos. La
adoro por la comida: las galletas, los tamales, los atoles, los dulces; es además
una fecha que me emociona y que a diferencia de otras fechas del calendario tiene
un verdadero significado.
Nunca me he considerado un hombre devoto, por lo que las
festividades religiosas nunca me han emocionado especialmente; claro, disfruto
la Navidad como cualquier otro, la convivencia familiar, lo regalos, las luces
y demás trivialidades; pero jamás me la he tomado en serio. ¿Cómo se hace eso?,
¿festejas a ese monstruo de la mercadotecnia llamado Santa Claus o celebras el
nacimiento de un profeta el cual ni siquiera ocurrió en ese mes? Eso si
realmente pasó. Y lo mismo me pasa en semana santa.
Por otro lado si soy un apasionado de la Historia, por lo que
veo las efemérides históricas desde otro punto de vista: eventos muy lejanos
como para que me afecten emocionalmente, eventos tergiversados con el paso del
tiempo o eventos con un valor histórico dudoso. ¿Cómo celebrar la Independencia
si no somos ni remotamente independientes en ningún sentido? ¿Cómo celebrar ese
juego de tronos llamado Revolución Mexicana que nos legó 70 años de un régimen y el culto a figuras ambas igual de cuestionables?
Quizá pueda ser una persona cínica o egoísta, pero me es difícil
conectarme a un nivel emocional con la vida, obra y muerte de personas que
vivieron hace 200 años o mas, que incluso puede que nunca hayan existido. O celebrar simplemente porque los gobiernos o
las empresas me dicen que debo hacerlo. Después de todo, a los que llamamos héroes,
no eran hombres tan impolutos, y a los que llamamos villanos también tenían actos
que podrían redimirlos un poco ante la historia.
Y tenemos un día para todo y para todos, para cada miembro de
la familia y para cada profesión habida y por haber. Qué bueno ver a una
persona queriendo rendir homenaje a sus seres queridos y a otra persona sacando
ganancias de ello, pero como dijo Syndrome: “cuando todos sean super's, nadie lo
será” y es que se van creando con tanta frecuencia estas fiestas que ya es difícil
tomárselas con importancia.
Pero hablaba de que puedo sonar cínico, y es que el Día de
muertos es una celebración profundamente religiosa (y no solo me refiero al
catolicismo, todas las culturas y religiones del mundo que han existido tienen rituales
hacia sus difuntos) y bastante comercial que representa una importante derrama económica,
ya sea que lo practiques o que prefieras el Hallowen (una festividad que tiene en
sus orígenes más similitudes con Día de muertos de lo que la gente cree,
pero que ha mutado en esa deforme máquina de hacer dinero que nos llega de
E.U.). Además de que no negaré lo divertido que es el pretexto de juntarse con
la familia y/o los amigos para armar la fiesta en cualquiera de estos puentes.
Sin embargo, en su núcleo, el Día de muertos se trata de
festejar la vida y honrar la memoria de seres a los que si conocí, que si
tuvieron impacto en mi vida, con los cuales conviví y a los cuales amé, ya sea
que sigan en espíritu con nosotros o que no sean más que polvo en la tierra. Y a
final de cuentas es una fecha que habla de un tema universal, porque mas allá
de creencias, de guerras, descubrimientos, inventos, o personajes; lo único certero
en esta vida y en este mundo, es que todos moriremos.
Y eso, por más siniestro que suene, es más real y digno de
honrar para mí que cualquier 16 de septiembre, San Valentín, Santos Reyes, 5 de
mayo, o cualquier día del calendario que se les pueda ocurrir. Así que les
deseo a todos un feliz Día de muertos, que se la pasen muy bien y que coman muy
rico, yo ya tengo una caja de galletas caseras directas del rancho esperándome.
Nos leemos la próxima.